Descripción del caso.
Hasta hace un año, he sido una mujer llena de manías y llena de desconfianza hacía mi marido. Sé que le he hecho sufrir muchísimo, porque así me lo ha dicho él, pero no podía remediar, así lo creía yo, los pensamientos que me machacaban día y noche la cabeza.
Mi marido es médico. Yo pensaba que me engañaba con compañeras suyas o con enfermeras, con quién fuese… Le registraba el billetero, comprobaba el móvil, le preguntaba una y otra vez que había hecho en el día, con quien había estado, cuanto tiempo empleaba en las consultas, cómo iba vestida su enfermera, que edad tenían las otras médicas y si estaban casadas o solteras.
El año pasado, mi marido tuvo que ir a un Congreso de su especialidad en Nueva York. Fue una semana infernal la que yo pasé. Le llamé por teléfono infinidad de veces para controlarle- ¿Controlar qué?. Esa fue mi vida desde que le conocí. No comprendo como no se divorció de mí. Bueno si lo sé, porque el me lo ha dicho. Estaba muy enamorado de mí y tenia la esperanza que un día, cuando fuese, dejaría esta obsesión que se había apoderado de mí.
Le quiero y me quiere. Ya no hay dudas, mi pensamiento recurrente de infelicidades. Se que mi marido me ha sido fiel, del mismo modo que yo le he sido igual de fiel.¿ Por qué habría dudado de él?. Sencillamente porque yo padecía un trastorno obsesivo. Ahora ya no lo tengo, afortunadamente para él y para mí somos felices.
Nadie merece el tormento continuado de estos pensamientos irracionales. Como me decía mi psicólogo, todo es posible pero no probable. El obsesivo convierte lo posible, en una probabilidad casi real. Yo ahora vivo la posibilidad y nada más. Estoy curada.