Dadas las limitaciones que genera en la persona y en su entorno, la frecuencia de la agorafobia y el sufrimiento asociado a ella, el tratamiento aplicado debe ser eficaz y con una duración no demasiado larga. Sin duda, el más indicado es la terapia cognitivo conductual, que incluye la psicoeducación sobre la ansiedad y los ataques de pánico, la exposición en vivo, donde el paciente se irá exponiendo gradualmente a situaciones que le generan miedo o ansiedad, las técnicas de relajación, los autorregistros y la reestructuración cognitiva, que tiene por objeto modificar las interpretaciones catastróficas de las sensaciones físicas asociadas a los ataques de pánico.
Cuando se considere necesario este tratamiento podrá combinarse con tratamiento farmacológico de cara a aliviar determinados síntomas.
En ocasiones, el inicio del tratamiento se puede realizar online (vía Skype) desde el propio domicilio del paciente, ya que puede ocurrir que la persona esté tan limitada que no pueda salir de su casa ni sola ni acompañada. Conforme el paciente vaya avanzando y mejorando en el entendimiento y manejo de su ansiedad, podrá acudir presencialmente a terapia, ir recuperando su autonomía y, en definitiva, superar este trastorno tan incapacitante.