Descripción del caso.
Sentirse el “hombre elefante”. Así es como me he sentido durante mucho tiempo, temblando por tener que salir a la calle. Un esfuerzo constante por vivir y relacionarme, por intentar llevar una vida normal y que no se me notara mi miedo: el pánico a uno mismo, a que los demás te miren, a verse reflejada en un espejo o un escaparate, a contemplarse en una foto o un vídeo…
Recuerdo que cuando llegué a la consulta de Silvia y me preguntaron en un cuestionario que es lo que más deseaba, escribí: poder pasear por la calle tranquila. Algo tan sencillo para la mayoría y tan difícil para los que sufrimos dismorfofobia. Bueno pues ya casi lo he conseguido, mi vida ha dado un giro de 360º, hasta incluso me gusta salir a la calle… Ahora soy capaz incluso de ir sola a un viaje organizado y pasarlo estupendamente con todo el grupo, como he hecho este verano.
También soy capaz de ponerme la ropa y accesorios que más me gustan —mi última adquisición ha sido una camisa de tela africana de colores chillones— en lugar de intentar pasar desapercibida como hacía antes. Verme en una foto me costaba una depresión de varios días: ahora me hago infinidad, en unas me veo mejor y en otras peor, eso es todo. Ir a la peluquería, dejarme el pelo suelto, llevar falda, etc… en fin todo lo que para algunas mujeres es sencillo, para mí era un infierno.
Hoy mi postura ante la vida es más optimista, me gusta conocer gente nueva y relacionarme, comprar ropa, ir a conciertos, sentarme a tomar algo en un bar… cosas a las que mucha gente no le da importancia, pero que a mí me exigían un esfuerzo tremendo. Llevo toda mi vida luchando hasta la extenuación contra un fantasma, creo que ahora voy a relajarme y divertirme…me lo merezco.
Estrella