Físicos: la respuesta fisiológica es muy importante en este trastorno. Los síntomas más comunes cuando se enfrentan a una situación temida son taquicardia, presión en el pecho, mareo, sensación de ahogo, sensación de inestabilidad, falta de aire, desmayos etc.

A nivel conductual: Las principales conductas suelen ser las de evitación. Cuando se tienen que enfrentar a la situación temida, normalmente buscarán a alguien de su entorno para que les acompañe, buscarán también la presencia de algún hospital cercano por si sufren un ataque y no entrarán en sitios donde consideren que tienen difícil escapatoria.

Casos como el de Sara ilustran muy bien lo que es una Agorafobia. Se trata de un trastorno grave por la incapacidad que supone para la persona que la sufre y para su entorno. Pero también hay que decir que, tratado de forma adecuada, este trastorno tiene muy buen pronóstico y se soluciona perfectamente.

Me llamo Sara y tengo 35 años. Hace 7 años aproximadamente, sufrí un ataque de ansiedad cuando viajaba en tren. Empecé a encontrarme muy mal, a tener la sensación de que me estaba ahogando y lo único en lo que pensaba era en que no podía escapar de ahí y que me iba a dar un ataque al corazón. Me diagnosticaron un ataque de pánico. A partir de esta crisis, evitaba el transporte público. Solo me desplazaba en coche y siempre acompañada. Un mes más tarde, me volvió a ocurrir lo mismo pero por la calle. A raíz de esto comenzó mi infierno. Dejé de trabajar, no quería salir de casa porque sentía verdadero pánico a que me volviese a ocurrir. En aquella época, vivía con mis padres y los tenía esclavizados porque no quería estar sola ni cinco minutos. Mi único pensamiento era: ”me va a volver a ocurrir y no va a haber nadie para llevarme al Hospital“.

Hoy lo tengo superado y llevo una vida totalmente normal. Por fin puedo decir que conseguí salir de aquella ”cárcel“ en la que estaba metida”.

Debido a la frecuencia de la agorafobia, a las limitaciones que genera en la persona y en su entorno y al sufrimiento asociado a ella, es necesario que el tratamiento sea eficaz y que su duración no sea excesivamente larga.

El tratamiento de elección es la terapia cognitivo conductual que incluye la psicoeducación sobre la ansiedad y los ataques de pánico, la exposición en vivo, donde el paciente, de forma gradual, se irá exponiendo a situaciones que le generan miedo o ansiedad, los autorregistros, las técnicas de relajación y la reestructuración cognitiva de cara a modificar las interpretaciones catastróficas de las sensaciones físicas asociadas a los ataques de pánico.

Este tratamiento podrá ir combinado con tratamiento farmacológico cuando se considere necesario para aliviar ciertos síntomas.